Dar a luz sus sueños

Cuándo creemos los tesoros escondidos son liberados, todo los grandes logros comienzan con un simple paso de fe. Es igual de fácil convencerse de algo que disuadirse de algo, lo mejor es convencernos de que todo es posible. Es muy común asumir que las cosas no sucederán, pero en el fondo tenemos siempre una agitación contraria, esa agitación es el motor que necesitamos para prepararnos para que el potencial sin explotar salga, darnos seguridad establecer nuevas normas de accionar; nadie es común y ordinario, todos tenemos el poder el cual está en nuestro interior.

Dios no nos pone los deseos si no tenemos lo necesario para cumplirlos, sólo tenemos que colaborar con Dios para realizarlos, lo más fácil es ir a lo seguro, pero si queremos ver el tesoro escondido que todos tenemos debemos estar dispuestos a arriesgarnos, a esto le llamamos audacia, elemento esencial para descubrir cosas que tenemos y que no sabíamos que teníamos, Pablo le dijo a Timoteo, aviva tus dones, solo con la audacia podemos avivar nuestros dones. Nunca hay momentos ideales y tal vez nunca nos vamos a sentir preparados para el cambio, pero cualquier momento es la temporada óptima para llegar más alto, para ir a lugares donde nunca hemos estado, si ya tenemos el deseo puesto por Dios, ya tenemos lo suficiente para lograr las cosas así nuestras emociones nos lleven a sentirnos en desventaja.

 No podemos conformarnos con una vida ordinaria, no podemos pasar la vida enfocados en la autocompasión, a veces las probabilidades están en contra de nosotros, pero no hay que decir no al desánimo. Dios no ha dejado a nadie afuera, no tenemos que desanimarnos y así continuar siguiendo a nuestros pensamientos negativos, sigamos más bien los pensamientos de fe, así estiraremos nuestro horizonte, solo así vamos a descubrir potencialidades que no sabíamos que teníamos, pronto nos sorprenderemos de lo extraordinarios que podemos ser. Nunca es tarde, nunca nos podemos disuadir del triunfo. Podremos ser plenos, si solo damos un paso de fe.

 Escrito en Bogotá